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Mensaje por Sebastian Rutledge Mar Jul 19, 2011 9:58 pm

¿Noche libre? Eso no existía para mi, si bien pueda que me quede un tiempo para disfrutar de mi dulce vida, la trataba de gastar en proyectos nuevos, ideas innovadoras, aplastamiento de empresas, eso eran mis pensamientos cuando tenía un poco de tiempo libre, y es que pensar en sexo o en fiesta no cubría mis necesidades simples, no me… satisfacían completamente -Hey tu, Whiskey, AHORA! Si no quieres perder tu trabajo- pronuncie dirigiéndome a aquel hombre vestido de blanco con chaleco rojo. Si, aquel pequeño bar de hotel, lleno de música engorrosa y personajes tratando de culminar negocios o haciendo tratos de placer, así eran las noches del Upper East Side, si no eran fiestas desenfrenadas era alguna reunión patética o una estúpida noche de caridad, curioso que mientras nosotros hacíamos grandes fiestas, celebrábamos con Champagne y vestíamos con trajes finos y costosos, podíamos ahorrar todo ese dinero para los pobres… si claro, todo era un plan para celebrar algo donde nos mantuviésemos ocupados estableciendo relaciones sociales, lleno de cotillas por todas partes, seamos sinceros, los pobres eran pobres y ni con las mil y una obras benéficas los íbamos a salvar. Pobre naces, pobre te quedas, al menos que el destino te juegue una buena broma y te ascienda por los aires, aunque tuvieses el dinero que tuvieses, nunca serias comparado con alguien de buena familia y prestigioso apellido, así éramos todos, desde principios llamándonos “La Sangre Azul” buscando pretexto para excluir a los demás y hacer diferencia entre estatus.

El sonido de la copa de cristal tocando aquel mesón de fina madera y una mirada fría dedicada al trabajador que yacía detrás de esta -¿Qué esperas? ¿Qué te de las gracias?... imbécil…- mi mirada desvió del lugar, encorvándome en mi copa y observando a la gente con sonrisas hipócritas en la cara, pase mis dedos por el borde de mi vaso para luego llevarme a la boca un pequeño buche de licor, saborearlo y dejando que corriera por mi garganta. Cerré los ojos y mi mente me mostraba imágenes de aquella chica que tanto deseaba, y es que en realidad… ocupaba todo mi tiempo posible para no pensar en ella, para tratar de olvidarla y “perdonarla” por la sucia jugada que me había hecho… que se fuera con su noviecito de pacotillas, a mi no me importaba lo que hiciera con él, ojala y fueran felices, se casaran y tuviesen un montón de hijos que mantener… y aunque pensara esto una y otra vez, sabía que en mi interior me dolía verla con él…

¿Es que acaso yo no le di todo? La única persona a quien había abierto mis sentimientos, a la quien le había dado la oportunidad de conocer al verdadero Sebastian Rutledge para irse con otro… Negué con la cabeza varia veces, ¿El la tendría como yo? ¿Abría saboreado sus labios?, ¿Se había impregnado de su aroma?, ¿Había tocado su piel?, un gruñido casi instantáneo salió de mi garganta -Mladito Chevalier- susurre al vaso de cristal para tomarme todo su contenido en un solo trago, empinando mi codo y alzando la cabeza, sintiendo como la bebida quemaba suavemente mi garganta. Puse con estruendo el vaso en la barra -Ningún hijito pijo me va a quitar mi chica- susurre arrugando mis labios -Otra inutil- grite al servicio, para luego cruzarme de brazos y posarlos en la barra, mirando a todos lados ¿Y para mi sorpresa?, en la entrada, la mismísima Hayes cruzando el salón, ¿Me vería?, ya no me importaba, devolví mi mirada al frente, no estaba dispuesto a saludarla como si nada hubiese pasado entre nosotros, como si fuésemos sido “amiguitos” de toda la vida y para que luego me restregase en la cara su nueva adquisición de intento de hombre.

Sebastian Rutledge
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Mensaje por Jocelyn Hayes Mar Jul 19, 2011 11:24 pm

Dos días habían pasado desde que Daniel partió a Francia, no era demasiado tiempo y la distancia parecía ser corta cuando se disponía de la tecnología y economía suficiente para ir y venir a placer. No, esta vez no le acompañe, lo prefería así, el cuidaría de su reino y yo del mío y, cuando el regresase, seguro tendríamos nuevas de las cuales charlar...

Me gustaba eso, me gustaba esa nueva relación, simple, de entendimiento, de conversaciones excitantes para el pensamiento. Si, con Dan tenía ese tipo de relación de ensueño, donde se puede ver la sonrisa del que es tu pareja y te contagia con la misma, donde el modo se vuelve un lugar mejor... donde incluso te vuelves una persona mejor.. una versión mejorada de ti...

Y le quería, claro que le quería, y esto era lo correcto, lo que yo siempre había soñado de niña, ser la princesa de mi cuento de hadas particular, con aquel príncipe perfecto y encantador, de perfectos modales, de excelentes pasiones...

Yo le quería, pero aún así... debía esforzare en pensar solo en el. En el, en mi futuro, en mi carrera y en la forma de ganar al tenerlo todo.

Era mi vida... deseaba lo mejor en mi vida y como era de esperarse, lo había conseguido.

Aquella noche no era si no una fiesta por la apertura de una nueva galería en el museo de NYC, y había estado hacía horas. Era necesario, ahora tenía que hacer publicidad buena; de alguna forma redimir cualquier falta que pudiese haber cometido en el pasado.
En solitario era aburrido, honestamente, las cosas no eran iguales sin nadie a mi alrededor y supe que no necesitaba un minuto más de aquel lugar, ya había sido vista, y había hablado con aquellos seres que debían ser elementales y básicamente, había hecho un excelente trabajo.

Pedí mi abrigo de aquella noche cubriendo el suave satín azul que acariciaba mi piel. Solo paso un instante.. solo un instante en el que aquel hombre que se e acerco tuvo apariencia de el....
Aun me sucedía... buscaba su rostro entre tantos seres sin importancia, aún buscaba su contextura.. aún le imaginaba.

-te odio- musite apenas, observando un candelabro y tal vez, distrayéndome con su luz. Debería odiarle... debería olvidarle de una buena vez.. era un acto sencillo; simplemente debería dejar de pensarle, mutilar mi corazón, seguir siendo cuan fría era, logrando que el me importase menos que la nada.

Aquel, hombre no era el, por supuesto, nadie sería el.. el mundo no se merecía otro ser como Sebastian Rutledge. Una simple sonrisa basto de agradecimiento antes de que con toda la elegancia que me caracterizara saliese del lugar, con un auto ya esperándome.

Esta era otra noche en New York, esta era otra noche en la que pensaba en el.

Dentro del auto, fue cuando las cosas se arremolinaban... Podía enfrentarlo todos los días, podría enfrentar su ausencia en mis cosas, siendo la mujer que quería ser, podría mitigar su recuerdo con Daniel Chevalier, podría perderme en mil cosas, pero, en los momentos de soledad era completamente diferente.

No, no pensaba en Daniel cuando estaba sola, ni siquiera podría mencionar que todos y cada uno de mis sueños hubiesen sido dirigidos a ese hombre que me daba tanto cariño.. mis pensamientos y sueños seguían siendo propiedad de Sebastian. No tardaría llegar a mi lugar. Sonreí al ver las luces nocturnas, cada lugar perfectamente iluminado; mi reino. Pero mi reino era compartido, el tenía de cualquier forma su reino.. lo compartíamos... y en ocasiones le extrañaba.

-te odio- volvió a emerger de mis labios.. cada pensamiento debía acompañarse de algo similar, que es lo que debía sentir, "te odio", dos palabras que me permitían seguir adelante, dos palabras que encerraban muchas cosas, toda una historia donde, al final de cuentas yo no pude esperar mas, una historia que era lo más grande que había vivido y que había roto mi corazón, de una y mil maneras más. Si... yo debería odiarle... debería.

Solo tres pisos había ascendido, solamente tres pisos para darme cuenta que, no quería aún llegar a casa, encontrare con Glorie, mi nana y ama de llaves, y tal vez, intentare perder en algún clásico, alguna película antigua o en revisar las redes sociales.

Pare el elevador de inmediato y le obligue a bajar. No tendría nada de particular ir a un club... no tendría nada de particular en NY salir a beber una copa aún estando vestida de gala, y si era así.. no era de su incumbencia.

Solo me tomo un segundo tomar un taxi, en vez del servicio que tenía para mi, iría como Jocelyn Hayes, e iría solo a beber, en aquella soledad compartida. Un par de martinis tal vez, nada fuera de lo común. Bebería y le recordaría, bebería y le olvidaría. Para hacerlo iría a aquel club particular, aquel club donde inicio todo, ahí debería acabar también, para cerrar bien a bien un ciclo.

Esto debió ser una broma... Solo un par de pasos dentro del lugar, y lo vi.

Era el.. no había ninguna duda.


Se sentía igual, justo como el momento más álgido de mi amor por el, algo colapsaba dentro de mi, aún sentía esa fracción de segundo donde perdía el control por completo, donde el nerviosismo, la ansiedad, la euforia y el desamparo se unían para atacarme de manera directa.

Una leve sonrisa, apenas un saludo mudo para hacerle ver que ya lo había identificado, estaba bien hacerlo así.. olvidarle de tal forma que pudiese verlo y que no causara ningún efecto en mi. Pare solo unos segundos, mismos donde un mozo me entregaba una ficha para mi abrigo, y solo lo vi de soslayo antes de arrebatársela.

Maldición!, lo estaba haciendo de nuevo... la influencia de Daniel estaba desapareciendo y quedaba este ser que era. Sebastian tenía la culpa.. Bastian tenía la culpa de todo, de mi amor y desamor, del principio y fin de todo ello.

El lo sabía y no le importaba.. al igual que yo jamás le importe.


Corrí mi cabello hacía uno de mis hombros, solo para saludarle, así estaban las cosas, pero mi mundo y su mundo estaban demasiado entremezclados, debíamos saludarnos.

Como si no estuviese cerca de mi, me acerque a la barra y en automático tuve el servicio que merecía. Un Martini rápidamente llego a mis manos y durante este tiempo me dedique a estar perfectamente bien sentada en aquel banquillo, en observare en el reflejo de la cantina enfrente de nosotros, en ser y saber que se me veía, en saber que el simple hecho de que estuviésemos sentados uno con el otro podría ser peligroso.. el saber que el, estaba a mi lado.

-de tantos lugares, debías escoger uno como este- mencione justo antes de beber un poco de aquella copa. Cerré los ojos solo para tomar animo y sonreír, debía avanzar... tenía que avanzar -pensé que este lugar era el mas detestado por ti, o que ya lo habías olvidado, Sebastian-

Obtuve silencio y su mirada al pronunciar su nombre. No era una mujer débil, pero al ver esa mirada, casi se quebraban mis barreras. -que buena noche para recordar, te veré pronto, supongo-
Abandone enseguida aquel banquillo, con una precisa gracia de quien se sabe manejar en cualquier situación, tomando mi bebida como último acto. Me dirigiría a algún otro lugar, en ese mismo sitio. Esta era mi despedida, tenía todo el derecho de estar ahí, y, si el no me quería ver, entonces el debería salir y salir pronto.
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Mensaje por Sebastian Rutledge Miér Jul 20, 2011 12:59 am

Si, un golpe realmente bajo ver a aquella chica que tanto me hizo daño, ¿Por qué en este lugar? ¿Por qué el maldito destino decidía juntarnos en todas partes? Por eso es que yo era incrédulo ante las palabras de un supuesto omnipotente, ¿Qué había hecho yo para merecer aquello? tratar de olvidarla, pasar página y de enfocarme en asuntos más importantes, NO! Aquello parecía ser planificado por algo o alguien. ¿Tal vez ella me seguiría?, no, incluso eso era hasta muy bajo para ella, conocía perfectamente los pensamientos de aquella cabecita decorada con diademas imaginarias.

Minutos en los que todos parecían hacer silencio, y podía oír el taconeo firme de sus pasos, acercándose a mí, posiblemente sonreída en un gesto de saludo, claramente y como pensaba, no le importaba en lo absoluto lo sucedido, ni lo que era, ni lo que fue… Pero yo, yo la conocía, a mi no me engañaba tan fácilmente y sabia que detrás de tanta egolatría se desquebrajaba fácilmente, y aunque le costaba admitirlo tal vez esa era su frustración, que yo sabía sus puntos débiles. ¿Tan seguro estaba de aquello? Sí, mi respuesta era tan segura como que cuando terminara de llegar a la barra pediría un Martini tal y como a ella le encantaba, y es que a diferencia de ella, yo si me preocupaba por conocer sus gustos, por complacerla en todo, inclusive en sus caprichos de creerse dueña del mundo, fantasear como una niña que a lo mejor fuese algo verdaderamente real, pero que no lo lograría con su pensamiento egoísta e interesado, además que si alcanzaba aquello, sería una persona infeliz, una persona sin tener algo por qué luchar, aunque para ella eso no bastaba.

Mi predicción fue tan clara como mi apellido, un Martini en sus manos y su esbelta figura posándose en un banco a mi lado, tal y como una extraña ignorando la situación, ¿Y yo? Simplemente jugando su juego, no dedicarle ni la mas mínima sonrisa y mirada ¿Por qué hacerlo? Me haría daño solamente a mí, por eso voltear no era una opción en aquella ocasión. Mis dedos se deslizaban en aquel vaso para luego rozarlo con mis labios, probando de nuevo el exquisito sabor que tanto me gustaba, su codo hizo un movimiento casi instantáneo con el mío, que de seguro emitiría mis movimientos, saboreando aquella intoxicante bebida. Solté un ligero suspiro al poner el vaso de nuevo en su sitio, para luego escuchar las palabras de ella, inevitablemente mi rostro volteo a verla, mi cara no denotaba ninguna expresión, una cara que comúnmente cargaba, alguien frio y sin expresión, como si nada estuviese pasando, como si me comiese el mundo y no tuviera de que preocuparme, así era mi actitud.

-Curiosamente yo pensé lo mismo- murmure para luego voltear mi cara, centrándome nuevamente en las botellas que habían en el lugar, ¿Cómo debía tomar su comentario? Su enorme sarcasmo era parte de su juego… volver a aquel lugar donde todo comenzó… ¿Qué pretendía con su presencia en aquel lugar? ¿Recordar viejas anécdotas? Por favor, teníamos que ser sinceros, tantos lugares en el Upper y ella escogiendo este “sucio” club como lo denominaría ella. Cerré mis ojos para evitar hacer cualquier comentario frente a ella, ¿Mantener la compostura tal vez? algo que a veces para mí era casi imposible, pero que en esa situación me aguantaría, todo para no parecer derrotado por su decisión, porque algo si teníamos bien en claro… aparte de todo lo que sentíamos, la competencia y la rivalidad era lo que nos mantenía unidos, ese era el verdadero peligro, la muestra de poder, de quien dominaba mas, de quien terminaba chantajeándolo y quien arruinaba la vida del otro más rápido, todo con algo que no parecía tener un fin pero que claramente entre nosotros estaba más que claro.

Si, pensaba en ella en cada instante en el que mi cerebro no se concentrara en otra actividad, y es que no podía evitarlo, mis momentos le pertenecían aun a ella, mis malditos suspiros aun repetían su nombre y la mayorías de mis preocupaciones eran por culpa de ella, ¿La odiaba?, si, con todas mis fuerzas, pero al mismo tiempo la amaba, la necesitaba a mi lado, era una especie de adicción que me provoca y con la que luchaba continuamente, no había otra persona como ella, no otra que provocara los mismo sentimientos que yacían en mi interior, definitivamente y aunque odiaría decirlo, Jocelyn seguía presente en mi vida y olvidarla no iba a ser posible tan fácilmente.

Una última mirada de mi parte, un intento en acabar con el silencio entre nosotros, sus palabras fueron una despedida y a pesar de mis sospechas, aquello de recordar era totalmente cierto, o por lo menos eso basto para mí. Un delicado movimiento y parase de aquel asiento era su prioridad, abandonarme, demostrándome que era una mujer fuerte y con decisión… sentía que la perdía, ese vacío entre mi pecho, como un miedo a no poder recuperarla, a no poder volver a probar sus labios y ser merecedor de sus caricias, todo se estaba perdiendo, y el que ella estuviese en ese lugar era claramente su decisión definitiva para olvidarme.

-¿De verdad abandonaras?- pregunte sutilmente para que aquella chica parara sus pasos y se quedara parada despalda -No te reconozco… y pensar que tu partida parece más bien miedo a no darme la cara- comente con la mirada fija al frente mio -Adelante, continua dando pasos, pero la Hayes que yo conozco se quedaría solo por el hecho de arruinarme la noche- comente con tono déspota mientras llevaba mi vaso a la boca. Un intento de retenerla, de claramente pedirle que no se fuera, aunque con mi reputación no pensaría aquello, ¿Qué ocurría entre su cabeza? El hecho de haberla incitado solo la pondría a la defensiva, a escuchar realmente lo que pensaba de mi o a sumisamente conservar la calma tomando control como la dama de sociedad que decía ser. ¿Acaso no se moría por dentro? Se moría por ganas de gritarme, de volverme añicos con sus palabras, pero era un lugar público y tendría que conservar su imagen a como dé lugar, entonces, ¿Qué prefería Hayes?, ¿Jugar a mi juego, quedándose y esperar la mínima oportunidad para destruirme como fuera o salir por la puerta más cercana y quedar como una frágil niña delante de mí, dándome la victoria de aquella situación?.

Yo tenía mi respuesta muy clara, y su movimiento muy coordinado, no importaba por cuanto hombre hubiese pasado después de mí, no importaba todos los libros que leyera ni todo lo que se preparar para definir sus ideales feministas, ella seguía siendo la misma, y yo sabía que era uno de los poco que lograba descontrolar sus emociones, que la desestabilizaba con mis opiniones, ¿Qué significaba eso exactamente?, que muy en el fondo y aunque a ambos nos costaba admitirlo, estábamos enamorados, pero, ¿Daríamos nuestros brazo a torcer?, la quería, la quería como a ninguna mujer en el mundo, pero prefería quemarme en las llamas de un eterno infierno antes de admitir que era débil delante de ella.

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Mensaje por Jocelyn Hayes Miér Jul 20, 2011 2:22 am

Yo había abandonado hacía tiempo la posibilidad de que el y yo estuviésemos en una misma oración, a no ser que fuera en tabloides, solo para anunciar nuestra mutua destrucción.

Hacía tiempo había abandonado para buscar algo mejor, y lo había encontrado, estaba segura.

Pero, porque, si lo había encontrado, me escoció la piel el escucharle?
Me detuve sin más explicaciones, haciendo que quien caminase a mi lado tuviera que buscar una nueva dirección. No le tenía miedo, el ya no podría hacer más.. el ya no podría hacer más que el matare, y el lugar era enteramente público como para realizar un acto así.
Era irónico; lo supe apenas mis dedos acomodaron con suavidad mis cabellos dando el tiempo incluso de sopesar su oferta... La Jocelyn que el conocía. Sonreí de lado por el hecho.

Con una suave y tranquila voz, le respondí -El Sebastian que conozco no se rendiría ante mi ida, y el Sebastian que yo conozco tendría mejores opciones que dejar que una Hayes, acabase con su noche- mencione entonces, con el cuello apenas girado para que viese mi perfil. Fue difícil contener el suspiro, contener el aliento para no verle y desear recordar tantas cosas, fue casi imposible no hacer exactamente lo que el proponía, pero hasta el momento, jamás deje de hacerle frente y esa no sería la excepción.

Delicadamente, tome el bajo del vestido, no pretendía hacer de esa noche un desastre en todos los sentidos y entonces, me digne a dar la media vuelta, con el martini entre las manos, aferrándome a el con suavidad (solo para no hacer notar que era lo único que me sostendría), y entonces vi los ojos fríos.. aquellos ojos que tanto ame, y que había luchado de maneras imposibles por ellos, vi esos labios que ya manifestaban esa mueca de satisfacción, aquellos que, en determinado momento, finiquitaron lo nuestro.

No.. ese Sebastian, ya no era mi Sebastian, eso me quedaba claro y aún así... lo seguía sintiendo mío.

Costumbre... eso debería ser una costumbre y nada más.

No haría un escándalo, no uno más cuando apenas había sobrevivido a tantos otros, pero, no por ello dejaría escaparle. Solo necesitaba palabras crueles y eso sería todo.. solo necesitaba un golpe seco y mortal, y entonces Sebastian ya no permanecería en mi vida, bajo ninguna circunstancia; después de todo, su orgullo y sus ansias de poder era más grande que lo demás.
Me tome mi tiempo para ver en esos castaños ojos, mientras me acercaba, jugando perfectamente con el peso de mi cuerpo de un paso a otro -jamás eh tenido miedo de ti, Sebastian Rutledge, pues conozco cada una de tus reacciones. Las eh vivido contigo, recuerdas?- Si, claro que recordaba, claro que recordaba como estuve con el, como lo ame, como intente por todos los medios que estuviese bien, para que después me dejase, por otra que no valía ni un decimo de lo que yo. Vulgar, fácil, sin clase ni educación alguna, me había cambiado en aquella ocasión por quien menos era apropiada, de entre todas las mujeres, una que jamás le quiso como yo logre hacerlo… Finalmente el termino cambiándome por una cualquiera... por una ramera.
No era ni el tiempo ni el lugar sin embargo, así que, cumpliendo su pequeño capricho me posicione frente a el, llevándome aquella copa a mis labios y apenas humedeciéndolos con el licor; no necesitaba beber para lo que seguía -ya no quiero arruinarte la noche, Sebastian... ya no hay nada que arruinar cuando ya es demasiado tarde para ello- hice una pausa y le dedique una nueva irada. En aquel tono de voz que había empleado nadie podría pensar que era un escándalo, mucho menos cuando le sonreí con beneplácito, dejando el martini de lado, ya ni siquiera me apetecía aquella copa.
Tenia que dejarlo claro y hacerlo rápido, antes de, alejarme de el. -me rompiste una vez, Sebastian, y casi acabas conmigo... no puedes esperar encontrar en mi a la Jocelyn que alguna vez, te quiso... ella ya no existe- calle solo por un segundo controlando cualquier sentimiento en el momento -…pero existe esta que siempre saludará a un viejo conocido- era evidente, no era la respuesta que el esperaba, y eso era importante tan básico como el no pensar en las tantas maneras que le ame, que le quise, que le entregue todo de mi y más.. de no pensar en sus caricias, de no derramar ninguna lagrima en su presencia, porque prefería herirle con la indiferencia, pese a que, en un principio, solo prefería olvidarle.

-Y ahora me apartaré de ti, justo como tu lo hiciste antes, pero en diferentes circunstancias... si quieres algo de mi siempre sabrás donde buscare y si no, simplemente apártate y no vuelvas a intentar jugar con mi mente- sonreí y me aparte de el, solo unos pasos siempre viéndole a los ojos

Mentía, claro que le mentía, pero no era una mentira completa, el estaba en mi, pero ya no le pertenecía.. le pertenecía a Daniel, o eso esperaba... le pertenecía siempre y cuando tuviese mi mente ocupada.. le pertenecía porque prefería pertenecerle a el que seguir enamorada de Sebastian Rutledge y que el me desechara apenas dejase de ser útil para el.

-esta es mi respuesta- declare finalmente. un punto y final, un desagradable punto y final y mientras tanto, busque un lugar, una esa alejada de el, como debería ser el resto de mi vida.
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Mensaje por Sebastian Rutledge Jue Jul 21, 2011 9:08 pm

Un silencio inminente, un cuerpo capaz de maquinar decisiones que posiblemente fuesen la actitud contraria a lo pensado, un tono ligero acomodando su garganta y sus dedos que algunas vez me acariciaron, recorrían su cabello en un acto de espera para dar a notar su superioridad. Mi mirada no pudo resistirse a tan delicado movimiento, clavando mis ojos fijamente en ella y escuchar su respuesta a la que tenía mucha razón… Un delicado giro y mi mirada observándola de reojo, admirando su figura y anhelando la mujer que alguna vez fue mía y que ahora era prohibida ante mis caprichos.

Su presencia de nuevo acercándose, sus palabras eran como una encantadora melodía que tanto recordaba, un tono de rabia oculta con la más fina intención de calma, delegando porte y clase, tal y como era ella. Ver su figura delante de mí solo me hacía gracia al saber que había aceptado jugar mi juego, alegando que ya era demasiado tarde para arruinar alguna cosa, y aunque su respuesta estuvo llena de seguridad y profunda sinceridad, no era más que una falsedad a la que no decidía creer. Hizo una pausa, tal vez esperando una respuesta que solo decidí callar con otro trago de mi vaso, sus ojos se posaron de nuevo sobre los míos balbuceando palabras que tal vez fuesen un desespero profundo, un grito ahogado del mismo para darme a conocer sus verdaderas emociones, para hacerme sentir que de verdad… si le había dolido, y que la que alguna vez conocí y desee ya no existían en ese cuerpo, que abandonaría todo sentimiento hacia mí y que no permitiría otra situación como esta.

Otro sorbo de mi bebida, recordando situaciones a las cuales sentimos que no podemos arreglar y que no importa cuántas veces se repitan… el ser humano terminara chocando con la misma piedra simplemente por estar deslumbrado por alguna otra presencia. ¿Se apartaría de mí? ¿Lo diría enserio? ¿Soportaría una vida sin pensar en mí? Eso era simplemente… imposible, ¿Imposible porque? Solo por el hecho de que yo no podía hacer lo mismo… de que yo no podía olvidarla tan fácilmente, y a pesar de recitar aquellas palabras pensadas en un momento de desahogo, no eran más que patrañas, si, de eso estaba seguro… ella no podría superarlo antes que yo…

Apartarse tal y como yo lo hice con ella… ¿Esa era su verdadera intención?, eran días difíciles, días en los cuales deseaba no haber nacido, días en los que con tan solo una llamada tu mundo gira completamente, que te hace ver que no todo en este mundo era perfecto y que por más que intentes de planificar tu vida perfecta, siempre estará ahí esa posibilidad que te aniquilaría por completo. Si, no lo niego… en ningún momento lo hice, y tal vez eso fuera lo que más le doliera… engañarla con una prostituta, una zorra que ofrecía su cuerpo por el simple hecho de una grande posición entre nosotros, de por tan solo un segundo, sentirse como nosotros y vivir toda esa fantasía que cualquier chiquillo anhela con tantas fuerzas.

¿Y qué quería? ¿Que tratara de comprender sus condolencias? ¿Qué tratara de apaciguar mi dolor mientras ella me consolaba? ¿O de verdad pensaba que sería tan… imbécil como para que le permitiera verme llorar, aplastado y humillado?... NO!, esa era mi respuesta, necesitaba… necesitaba un tiempo, un descanso… matar mis frustraciones con una persona que no fuese ella, sentir otro cuerpo en el cual descargar mi ira y no hacerle daño… todo con el fin de ¿Protegerla?, hasta yo mismo me daba lástima por aquello. Entonces, ¿Que era mejor? ¿Quedar como un inepto frente a ella, o un estúpido mal entendido?, claro, que ella lo tomaría por otro lado, pero sin embargo, ella no espero ni un segundo para correr a los brazos de otro, ¿Ese era el aprecio que tanto me tenia? ¿Ese era el… amor que decía sentir por mi? Todo no fue más que un estúpido juego, lleno de mentiras y egoísmo…

Una sonrisa de medio lado se dibujo en mi rostro, una hipócrita y descarada, un pequeño gemido de mi garganta y sus palabras donde aclaraban que era toda su respuestas -¿Eso es todo?- pregunte, manteniendo mi sonrisa, mirando su delicado rostro, de nuevo refugiándome en mis sentimientos, en mi rudo carácter, en mis penas incompresible, todo en un intento de conservarla, pero que solo la pude ver pasarme por un lado, buscando otro lugar, alejándose de mi nuevamente… Apreté mi puño fuertemente, al mismo tiempo que mis labios, la rabia se apoderaba de mi, todo por no tener lo que quería, por ser un caprichoso inaceptable, -Maldición- susurre suavemente en un intento de querer gritarlo al mundo.

Me pare del asiento con un fuerte sacudón, un pequeño estruendo que nadie notaria, para luego ir de tras de aquella a la que no podía olvidar, viendo su descubierta espalda, tal como una presa indefensa, pero a la vez peligrosa. Pasos llenos de firmeza, de rabia, para luego estirar mi brazo y con un movimiento brusco sujetar su muñeca fuertemente sin llamar la atención. Su respuesta fue un sonido ahogado, un sobresalto para dar instantáneamente la vuelta y mirarme fijamente a los ojos mientras una grande columna tapaba nuestro estúpido numerito -¿Y así tienes la decencia de irte? ¿De apartarte de mi?, De echarme las culpas de todo mientras tu prácticamente te lanzas a los brazos de otro- acuse mientras la sujetaba con más fuerza, impidiendo que se zafara de mi brusco agarre -Mírame a los ojos, mírame y dime que no piensas en mi cuando estas con el… Mírame y niega nuestro pasado como si fuesen paginas del ayer, ¿Eso es lo que sientes por mi Hayes?-.

Una situación a la que simplemente no podía ignorar y dejar pasar como si nada ¿Para qué? ¿Para luego perderla? ¿Viendo como hace su feliz vida mientras yo sufría como un idiota por ella? eso no era una opción para mí, ella tampoco sería feliz, ella debía de ser para mí y para mas nadie… si yo no podía tenerla, nadie lo haría. Jocelyn Hayes, pasaba de ser una simple chica de la que sentía algo, era una obsesión, una necesidad, una adicción… un capricho -Responde- aclame por una respuesta mientras fruncía mi ceño, su respuesta claramente no me bastaba, no llenaban mis expectativas...

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Un sorbo, un recuerdo {Jocelyn Hayes} Empty Re: Un sorbo, un recuerdo {Jocelyn Hayes}

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